domingo, 19 de agosto de 2007

Desempacar

Córdoba es funcional para el estilo de vida que creo que quiero tener y espero continuar en algún momento no muy lejano, rodeado de estudiantes curiosos, algún que otro talentoso, gente con ganas de descubrir el mundo y de descubrir-se con todo el aire en los pulmones; muchos de ellos con el tiempo se ausentan, algunos traen hijos a este mundo y éstos se los llevan, otros se vuelven a sus tierras o se van a ciudades más abiertas para encontrar su buena estrella, pero de inmediato aparecen las nuevas generaciones prestas a ocupar cada uno de los espacios que quedan.

Gente con ganas, algunas focalizadas y muchísimas otras que se sofocan en la hoguera de su no saber qué querer, y quererlo ya, y buscan y tropiezan con todas las derivaciones posibles del esoterismo y del arte (yo no se por qué “hacer lo que uno quiere” tiene que estar necesariamente relacionado con el arte) (tal vez sea un error de percepción el mío por estar -querer estar- en esa arena, quiero creer que un carpintero por ej, está haciendo lo que quiere, o que el cirujano que está operando a mi vieja está queriendo mucho eso que hace) (pero bueno, dejemos de lado a las profesiones ortodoxas, no es justamente la gente que extraño de Córdoba)

Estrellita dorada en la libreta de los buscadores crónicos que enternecen con su recorrido de pelotita de flipper rebotando de una disciplina a todas las otras (deja-vu)

La humildad del que está buscando es lo que más me gusta de las personas.

La grandeza del que encontró, y sigue buscando, lo que más admiro.

Evidentemente hay poca gente que admiro.

La mayoría, cuando cree haber encontrado un sendero en medio de la niebla, se suben al caballo creyéndose baqueanos y se lanzan con gesto de suficiencia sin mirar a los costados, tratando de afianzar su autoestima en esa piedra firme luego de una ciénaga incierta de años, disparando críticas feroces contra los que ve en las otras piedras también con gesto de salvados, como si menospreciar el fruto del trabajo ajeno justipreciara lo que tanto tiempo tomó ser hallado.

A esa gente tampoco extraño.

¿Y los “Gestores Culturales”?

No puede ser confiable quien toma vino blanco en todos y cada uno de los ágapes, inauguraciones, vernissàges y estratégicos cumpleaños.

Tampoco extraño al Cuadrado, ni a la Molinari, ni al Arrascaeta, y mucho menos a “ese” negro berreta, ni a la legión de zombies que sintonizan su frecuencia.

Me estoy quedando con poca gente en la agenda.

Y en cuanto a mí mismo, creo que me extraño un poco, pero un poco nomás.

Extraño BUSCAR.

Abordé esta aventura patagónica con la apertura suficiente para ENCONTRAR lo que ésta, UNA de mis vidas, pudiera ofrecerme, y por ahora vamos massomeno andando, pero tengo la sensación que este cambio de locación no solo acarrea las complicaciones propias de una mudanza de cotidaneidades sino que se superpuso con una mudanza interna.

Estoy extrañando al buscador compulsivo, pero también debo reconocer que ya me tenía un poco las pelotas llenas ese ir persiguiendo las mariposas sin dar cuenta del paisaje en derredor ni tampoco disfrutar lo que ya tengo en la mochila.

Córdoba ofrece una inacabable variedad de mariposas para perseguir. Bariloche muy pocas.

La buena noticia es que me traje la mochila llena llena llena llena de pelotudeces para combinar y preparar los cocktails más bizarros.

Veremos qué encuentro adentro.

Y afuera, claro está, seguiré buscando, obvio, saldando algunas cuentas, empecé a estudiar portugués, estoy tomando clases de salsa y descubriendo mi faceta creativa culinaria (la salsa de hongos andinos me hace ver estas lucecitas de colores que escribo)

Por las mudanzas internas

¡Salud!

PD: en español bizarro significa valiente, corajudo, es el “bizarre” francés el que alude a lo extraño, lo “raro”, ese conceptito cool que tan de moda se puso entre los Salzanitos. Me quedo con mi adorable español , poniéndole el pecho a lo que me animo a elegir, por más raras que sean mis decisiones.

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